En Cataluña, en pocos kilómetros podemos pasar de un paisaje de prado de alta montaña a un acantilado junto al mar, pasando por riscos, volcanes, estanques, ríos, valles o bosques. Cada uno de estos paisajes es el hogar de especias de fauna y flora muy especiales y diferentes en cada comarca y territorio.
Cataluña, un territorio rico en paisajes
En Cataluña, en pocos kilómetros podemos pasar de un paisaje de prado de alta montaña a un acantilado junto al mar, pasando por riscos, volcanes, estanques, ríos, valles o bosques. Cada uno de estos paisajes es el hogar de especias de fauna y flora muy especiales y diferentes en cada comarca y territorio.
Pozas y lagos
Las aguas continentales tienen formas muy diversas: ríos, lagos, humedales, albercas, estanques de alta montaña o turberas. Todos ellos son espacios muy sensibles a la vez que imprescindibles para un gran número de animales. Los anfibios, como el sapo, hacen las puestas. Las aves, como el martín pescador, encuentran allí su alimento. Y otros muchos animales, como la nutria o la tortuga de estaño, se refugian y se reproducen en las zonas húmedas que tienen un gran valor natural.
En los 580 km de costa de Cataluña, encontramos ambientes y paisajes muy diversos: playas, dunas, acantilados y marismas que se extienden mar adentro con fondos rocosos, guijarros, arenosos o de fangos. El Mediterráneo es un mar muy rico y en las aguas que bañan Cataluña podemos observar una gran diversidad de fauna y flora. En la costa, entre la arena o en las rocas, veremos especies únicas como el cormorán, la lagartija colirroja o el palmito. Y si nos zambullimos en el agua, podremos nadar entre coral rojo, posidonia y decenas de peces diferentes.
Vivimos en un territorio de bosques. El 38% de la superficie de Cataluña son espacios forestales que nos hablan de la historia humana que les ha atravesado. A lo largo del territorio, encontramos bosques jóvenes y bosques maduros muy variados, que elaboran un mosaico de pinos, encinas, hayas y robles. Cuando paseamos por el bosque, cruzamos los prados de montaña o recorremos las sierras, si vamos con los cinco sentidos atentos, podremos ver cómo nos sobrevuela un quebrantahuesos o un milano, cómo salta un corzo o braman los ciervos y, de noche, oír cómo croan las ranas o el canto de un búho.
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